Acá te contamos el secreto. Fuimos a verla a Coty, la
estilista número uno en peinados rastafaris que nos da la clave para lucir unos
buenos dreadlocks.
Esta historia la escuchamos en la sala de espera
de Coty. Resulta que el tipo se fue de vacaciones a Brasil, hacía tiempo ya que
se venía dejando unos pelos largos en la nuca para que cuando crecieran lo
suficiente se convirtieran en unos buenos dreadlocks. Caminando por la calle
conoció a un hippie que por unos 50 reales le aseguró que podía lograr el look
que deseaba. Al día siguiente, realizaron la operación y el resultado fueron
unas pseudo-trencitas totalmente embadurnadas con parafina. “En unos días se te
va la parafina, dos semanas como mucho prometió el estilista especializado en
peinados jamaiquinos que curiosamente llevaba el pelo corto al ras. Dos meses
después el resultado seguía siendo el mismo: impresentable.
De regreso a
Buenos Aires, buscó alguna solución menos drástica que la doble cero. Navegando
en la red encuentró la mujer que sería su salvación. Se trata de
Coty, la artista número
uno del look rasta que desde hace más de 15 años tiene su sede central en el
barrio de Villa Urquiza y que le aseguró que todo tenía solución. Y así fue, no
importó que tuviera que pasar un par de horas lavando con detergente el pelo
para que se fueran los últimos restos de parafina, tampoco se sentía el dolor
por los tironeos que exigía lograr un look de este tipo de forma natural, ni el
tiempo y la plata que llevara. La misión estaba cumplida.
“La mitad de
la gente que viene a verme es para que le arregle los desastres que le hacen en
otros lugares”, explica
Coty, diseñadora y estilista de la mayoría de los rastafaris
criollos más conocidos ("Bahiano, Nonpalidece, Marcos de Radio Roots, Sebastián
de Duro de domar, el arquero Sandro Guzmán..., en 20 años hay muchos que no las
tienen más, y son tantos que ya ni me acuerdo"). La mujer trabaja con cada
cabeza como si fuera una verdadera obra de arte, como una pieza de diseño.
Ni parafina, ni vela caliente, ni fuego, ni
gel, ni amoníaco, ni mousse, ni jabón, ni rastas en forma de trencita (antes que
oscurezca, aclaramos de entrada que somos concientes que rastas son las personas
que practican la religión rastafari y dreadlocks el peinado que suelen usar,
pero como en estas pampas se entienden así, nos permitimos decirles rastas a los
dreads para no confundir, después de de todo el uso también hace al lenguaje),
ni líquido de permanente. La técnica es natural y varía según el tipo de pelo.
“No es lo mismo el pelo de la gente negra, a los que las rastas se les
hacen prácticamente solas, que una persona con un pelo sumamente grasoso, cada
persona lleva trabajo y tiempo diferente. Además, nuestra técnica es a prueba de
todo: humedad, nieve, calor, frío, agua, resiste cualquier cosa”, advierte
Coty, que por hacer una
cabeza llena de rastas puede cobrar entre 150 y 600 pesos, según el tipo, largo
y cantidad de pelo. Y fue justo mientras charlamos con ella sobre las tarifas
del look, que llegó un chico con el pelo largo y abundante, similar al de las
mujeres que aparecen en las publicidades de crema de enjuague. “Ese trabajo no
cuesta menos de 450 pesos”, le advierte Coty y el joven, sin dudarlo demasiado,
acepta el trato.
Pero,
¿cómo se hacen? Lo primero es la fricción, mecha por mecha, Coty trabaja
peinando los mechones hasta que se formen unos chorizos de pelo gruesos y
esponjosos que luego del segundo paso serán más parecidos a un dreadlock. Una
vez finalizada esta etapa, sus asistentes realizan un trabajo fino con hilo y
aguja en cada uno de los dreads. Finalmente, se rocía el pelo con un líquido
vegetal que genera calor con la fricción de las manos y se les va dando la forma
final que tendrá cada una de las rastas, que si están bien hechas y de raíz
quedarán paradas durante un tiempo hasta que la gravedad haga su trabajo y las
haga bajar. Luego será tiempo del trabajo en casa, para lo cual habrá que
conseguir alguien que por unos días haga las tareas de fricción con el
asesoramiento personalizado de Coty. En pocas semanas, el look Marley será todo
un éxito.
Seguramente, a esta altura muchos se preguntarán por qué
invertir tiempo, dinero y esfuerzo en un look de este tipo. Coty tiene una
anécdota para responder esto. “Un día vino un flaco y me dijo: ‘Haceme el
peinado que les gusta a las minitas’,
yo le hice unas rastas y se fue re contento. A la
media hora me llamó a los gritos de contento porque ya en el colectivo había
conseguido los teléfonos de dos chicas diferentes. Y la verdad es que es así, es
un peinado que gusta mucho, que genera mucha atracción en el sexo opuesto y que
además es tema de conversación. Yo siempre digo que no se pongan de novios hasta
tenerlas listas”, dice Coty. Mientras, un cliente que venía para hacer un
service en sus dreadlocks da fe con respecto al tema atracción sexual.
Por otro lado, están las cuestiones religiosas. En este aspecto Coty
prefiere mantenerse al margen. “Yo no soy rasta, pero respeto mucho sus
creencias y su religión. Hay gente que quiere tener rastas porque lo sienten y
les cabe parte de la religión, pero de pronto toman cerveza o comen carne,
resumiendo, no son rastas ultra religiosos (cosa totalmente aceptable). También
hay gente religiosa que viene verme para algún retoque o para hacérselas porque
saben como yo siento lo que hago. Y finalmente, creo que el peinado de cada uno
no tiene nada que ver con sus creencias. No hace falta ser vegetariano, ni fumar
marihuana, ni escuchar reggae, ni ser rastafari para hacerse unos dreads, sólo
basta con tener ganas”, comenta la artista.
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